Solo el 15% de los encuestados tienen un nivel alto de confianza en que su casa resistirá un terremoto similar al de Pisco en 2007. El resto, un 85%, no confía lo suficiente en la resistencia de su vivienda. En los niveles socioeconómicos D/E tan solo 8% de las personas siente una adecuada confianza en la resistencia de sus hogares.
La encuesta del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la Pontificia Universidad Católica (PUCP), realizada a nivel nacional en setiembre pasado, demuestra que la gran mayoría de la población es consciente de la alta probabilidad de que la zona donde vive sea afectada por un terremoto.
Sin embargo también evidencia que los propios encuestados son conscientes de que ni sus familias ni sus autoridades están preparadas para afrontar este tipo de desastre natural.
Si hubiera que calificar el nivel de preparación de las autoridades nacionales o municipales éstas saldrían ‘jaladas’, con un puntaje inferior a 40 en una escala de 0 a 100. Según esta encuesta, el nivel de preparación de los miembros de los hogares de los entrevistados es algo mejor, pero aun así no llegan a un puntaje aprobatorio.
Menos del 20% de los entrevistados a nivel nacional declaran contar con una mochila de emergencia, un porcentaje que llega a un 25% en el caso de Lima y Callao y un 40% en el caso de los estratos A y B.
Esta falta de preparación contrasta con el nivel de participación en simulacros de sismos de la población en los últimos 12 meses: poco más del 55% de los encuestados de Lima y Callao declaran haber participado en un simulacro.
En resumen: sabemos que somos vulnerables a los sismos, pero también que no estamos preparados para ellos.
Desde 1997 nuestro país cuenta con una norma de diseño sismorresistente de obligado cumplimiento, siempre y cuando los municipios ejerzan una fiscalización sobre las edificaciones en sus distritos. Esta norma reemplazó a la de 1977, que tenía serias deficiencias. Por lo tanto, las viviendas construidas antes del 97 no contarían con las suficientes garantías antisísmicas.
A esto se une que, según el Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción (Sencico), un 60% de las viviendas en el Perú son autoconstruidas. En un informe del 2013 detallaba que de ellas el 50% fueron edificadas sin planos y con la supervisión de solo un maestro de obra.
Adobe que mata
«Que te mate tu casa, el lugar en el que buscas refugio y seguridad para tu familia, es una aberración».
Marcial Blondet, profesor de Ingeniería de la Universidad Católica (PUCP), lleva más de 30 años buscando soluciones para lograr que el 40% de peruanos que viven en viviendas de adobe salgan ilesos de sus casas durante un sismo igual o superior a 6 en la escala de Mercalli.
En el laboratorio de sismos de la PUCP, el equipo de investigadores en ingeniería somete a sismos simulados construcciones de adobe y comprueba cómo el adobe sin reforzar irremediablemente «explota».
Primero, las esquinas de la vivienda se rajan; después, los muros se derrumban hacia la calle aplastando potenciales viandantes; y, por último, el techo cae, sepultando a los que quedan dentro.
La solución para evitar la devastación que sufrió la ciudad de Huaraz tras el terremoto de 1970 o Pisco en el 2007 es sencilla. Se trata de reforzar los muros de adobe envolviéndolos con diferentes materiales (ver infografía).
La caña, la geomalla, la soga e incluso las tiras de llanta han pasado la prueba en el laboratorio sísmico. Con estos materiales reforzando los muros, la casa se agrietará durante el sismo y quedará inutilizable, pero resistirá en pie.
El método más caro es la geomalla, que cuesta de 1 a 2,5 US$ el metro cuadrado. Aun así, con ayudas estatales similares a las de otros programas sociales, reforzar las casas de la costa y sierra no es inalcanzable. «La experiencia nos dice que ninguna persona por sí misma refuerza su casa», explica Blondet. «Las soluciones técnicas las tenemos. Nos falta cómo comunicarlas a los usuarios».
90% de escuelas de Lima no resistirán
La sismorresistencia de los edificios públicos es casi nula. En el caso de las escuelas públicas, la PUCP realizó un estudio en la región Lima y constató que el 90% de las 1,800 unidades educativas tienen serias deficiencias en su diseño que harán que queden inutilizables tras un sismo de regular intensidad. Tampoco descartan que causen víctimas por la caída de muros.
La gran mayoría de escuelas a nivel nacional fueronconstruidas antes de la norma de construcción del 97. Sandra Santa Cruz, del departamento de Ingeniería de la PUCP, detalla que su principal falla son sus columnas, que tienen un ancho de tan solo 25 centímetros (ver infografía).
La norma de construcción del 97 obliga a las escuelas a tener columnas de 90 centímetros, pero las escuelas nuevas son muy pocas. Santa Cruz detalla que con un sismo de grado 8 en la escala de Mercalli, los colegios anteriores al 97 presentarían «una falla generalizada de columna corta con pérdidas de soporte vertical».
Al igual que en el caso de las casas de adobe, hay técnicas para reforzar las escuelas anteriores a esa fecha y minimizar daños. Entre ellas el refuerzo de columnas con hormigón y malla electrosoldada o a través de diagonales o marcos de acero. Cuestan una media de 750 soles por metro cuadrado.
De momento, los únicos colegios ya reforzados son los emblemáticos, reformados durante el gobierno de Alan García. Después, en 2014 se promulgó una resolución ministerial (RM: 526-2014) que aprueba la «Estrategia a corto plazo para la atención inmediata de la infraestructura educativa de Lima en 2015». Su implementación a nivel nacional todavía deberá esperar.
Hospitales en riesgo
Los hospitales viven la misma problemática, con el añadido de que la infraestructura sanitaria debe permanecer operativa al 100% tras un terremoto para atender a los heridos. Sin embargo, en el caso peruano, la mayoría de los grandes hospitales del Minsa y de EsSalud a nivel nacional son anteriores al 97. Al igual que en los colegios, en los hospitales las columnas se estrangularían en el caso de un sismo.
El ingeniero de la PUC, Alejandro Muñoz, explica el panorama: «Tenemos hospitales construidos sin norma sísmica; hospitales construidos con la norma deficiente del 97, y edificios que cumplen o deberían cumplir el código del 97».
En este último caso, pone como ejemplo el nuevo hospital regional de Chiclayo, inaugurado recientemente, que presenta una estructura poco regular (con base estrecha y paredes en diagonal). Esta estructura es desaconsejada en zonas sísmicas.
«En el Perú la norma no está para cumplirse», testimonia Muñoz. «Los hospitales son estructuras fundamentales y deben tener una estructura regular (como un libro). ¿Cómo es posible que se haya materializado una estructura como la del hospital de Chiclayo?».
Perú no estudia la hidrología de sus ríos, a pesar de El Niño
Según Ronald Gutiérrez, ingeniero civil de la PUCP, con doctorado en recursos hídricos, limpiar los cauces de los ríos frente al fenómeno de El Niño es atacar las consecuencias del problema, pero no el problema en sí. «Es una solución que no soluciona nada y que llevamos aplicando años sin resultado», opina. «Al río le va a tomar nada en llevarse lo que nosotros limpiamos. ¿Cómo se puede cambiar una situación haciendo siempre lo mismo?».
Gutiérrez dice que la raíz del problema es que no existen investigaciones hidrológicas del cauce de nuestros ríos.
«Utilizamos mediciones realizadas en EEUU para otra dinámica de ríos», explica. «No existen estudios en el Perú. Si El Niño para nuestra economía, ¿por qué no lo estudiamos?».
La Universidad Católica ha iniciado un proyecto piloto en Chosica y Chaclacayo, en el que utiliza drones para obtener datos de la topografía y trabajar un modelo hidráulico que permita avisar con suficiente antelación de la llegada de un huaico.
Claves
Norma. En 1997 el Perú promulgó su normativa de construcción sismorresistente. Antes de esa fecha regía la norma del 77, que presentaba serias deficiencias.
Autoconstrucción. El 60% de las viviendas en el país son autoconstruidas. El 50% de ellas fueron levantadas sin planos.
Adobe . Existe una norma para la construcción en adobe, pero no es respetada ya que la gran mayoría de estas edificaciones son autoconstruidas.
Enfoque
Sabemos nuestras deficiencias
David sulmont, director de IOP-PUCP
Los resultados de esta encuesta nos indican que los peruanos sabemos que vivimos en zonas donde existe una alta probabilidad de ocurrencia de sismos de gran intensidad. También somos conscientes y reconocemos la alta vulnerabilidad de nuestras viviendas y el bajo nivel de preparación que como sociedad (desde nuestro propio hogar hasta las autoridades nacionales) tenemos para enfrentar este tipo de desastres. Un dato importante es que las medidas de prevención están desigualmente distribuidas, tanto geográfica como socialmente. Son más frecuentes entre hogares de niveles socioeconómicos medios y altos; así como entre los habitantes de Lima y Callao. Ello revela que, a pesar de que son conscientes del riesgo, zonas y hogares altamente vulnerables no han logrado ser incluidos a sistemas y prácticas de prevención.
Reconocer nuestras limitaciones es un punto de partida importante. Pero son las instituciones públicas las que deben desarrollar los elementos que permitan la consolidación de una cultura y mecanismos eficientes de prevención y gestión de riesgos. Esto pasa por formas de ordenamiento territorial y de regulación que limiten y reduzcan la informalidad de la construcción de viviendas y ocupación del espacio; instancias eficientes de decisión y coordinación para enfrentar emergencias; mensajes claros y sencillos para la ciudadanía; y sobre todo generar la confianza en la población de que el Estado se preocupa por la seguridad de sus ciudadanos.