La peruana Graña y Montero está dentro de los cinco mayores grupos constructores de Latinoamérica considerando su capitalización bursátil, superando incluso a la chilena Salfacorp en este ítem. Para consolidar y mejorar esta posición, están en una fase de diversificación en la que el mercado chileno jugará un rol preponderante al apostar por nuevos negocios e, incluso, estudiar proyectos de concesiones.
En el 2012 arribó a Chile la línea de Ingeniería y Construcción (I&C) del grupo -negocio que representa 70% de la facturación total de la empresa- a través de la compra de la constructora Vial y Vives, orientada al mercado minero y el año siguiente adquirieron DSD, especializada en energía.
Pero eso fue solo el principio. El gerente corporativo de Ingeniería y Construcción de Graña y Montero, Juan Manuel Lambarri, cuenta que comenzaron un proceso de fusión que dio origen a Vial y Vives-DSD a mediados del 2014, la que explica alrededor del 15% de las ventas totales de I&C.
Este movimiento se cuadra con la estrategia de diversificación regional de esta área del grupo, sumándose la compra de Morelco en Colombia. “Nuestra idea a cinco años, es potenciar a Chile y Colombia y que tengan más peso. Queremos que la empresa se convierta en una firma más regional, en donde el Perú represente entre el 40% al 45% de las ventas y los negocios en Chile pasen al 20% a 25%, al igual que en Colombia, mientras el resto de Sudamérica represente un 10%”, cuenta Lambarri.
Esto, eso sí, a través de un crecimiento orgánico. “Por el momento no tenemos pensado ninguna adquisición más en esta área, aunque esto no quita que si apareciera una muy buen oportunidad pudiéramos cambiar de opinión. Nuestro plan estratégico establece el fortalecimiento de Vial y Vives-DSD en Chile y Morelco en Colombia”, señala.
Califica la operación en Chile como muy positiva en el 2013 y 2014, pero el actual ejercicio es mediocre porque ha bajado el nivel de trabajo.
“Habríamos esperado que fuera mejor y el 2016 no será un año sencillo para Latinoamérica en general, por lo que tendremos que ver otras líneas de negocios. Creo que a partir del 2017 el ciclo comenzará a revertirse”, opina.
El efecto minero.
La experiencia de la primera compañía que compraron en Chile eran obras para la minería, pero el bajón de esta actividad ha obligado a la peruana a mirar alternativas.
“En Chile se nota la paralización de proyectos mineros, la situación está delicada por el precio de los metales en el mundo, que está afectando la inversión. Además en Chile hay costos más altos de energía, problemas con el agua que hace que el análisis de las iniciativas sea más complejo”, dice Lambarri.
Agrega que “hoy en Vial y Vives-DSD estamos enfocados en todo lo que es energía, estamos construyendo una hidroeléctrica, una termoeléctrica, miramos líneas de transmisión, ya que la minería se ha reducido sustantivamente (…) Lo que se trata es que en algunos años podamos darle otras capacidades para que esta empresa pueda construir una carretera, edificios, líneas de transmisión o una presa”.
Las obras por ejecutar de Graña y Montero en I&C en Chile llega a los US$ 200 millones, mientras que el total de esta área alcanza a US$ 2.300 millones.
“Chile no ha avanzado al ritmo que queríamos. Estos contratos, principalmente, son para este año y el próximo, y los más importantes que tenemos son los de la hidroeléctrica Ñuble y la termoeléctrica Kellar (central para suministrar a Minera Escondida)”, cuenta el ejecutivo.
Concesiones.
Otro negocio que está en estudio es el ingreso del área de infraestructura de Graña y Montero a concesiones, aunque todavía no existe una decisión tomada, dice Lambarri, ya que la decisión radica en otra gerencia del grupo.
“El área de infraestructura está analizando esta opción, pero, de concretarse, Ingeniería y Construcción participaría activamente, ya que una vez adjudicada la inversión, hay que construirla”, explica adelantando que el interés principal estaría en obras viales.